Timing is everything. Time is everything.

Recuerdo que el personaje de Melanie Griffith en “Armas de mujer” encontraba siempre las grandes ideas en los sitios más insospechados (incluyendo en esas revistas femeninas que todas las mujeres niegan leer, por eso de que queda mal admitirlo). Y, no sólo eso, sino que conectaba temas aparentemente inconexos y llegaba a conclusiones buenísimas. No tanto “cosmovisiones del mundo”, pero casi.

Pues bien, quizás de forma no tan exitosa (de esto no saco un mega ascenso profesional, ni la fama, ni a un Harrison Ford a mis pies), hoy he leído temas de distinta índole y en distintos sitios, que me han llevado a lo mismo. Al tema sobre el que escribí ayer: la importancia de identificar y tener presente nuestro propósito de vida. Por muy grande que nos suene (ojo, he dicho grande, que no pequeño) y por muy tarde que nos parezca para hacerlo realidad.

En principio, parecería que no tienen mucho que ver Buffalo Bill (“el héroe romántico” del lejano oeste, de cuya muerte hoy se cumplen 100 años), con Zygmunt Bauman (conocido por su teoría de la modernidad líquida –con la que no podría estar más de acuerdo – y que falleció esta misma semana), con Paul Kalanithi (cirujano y autor de la bellísima obra autobiográfica “Recuerda que vas a morir. Vive”, que recomiendo a todo el mundo) o con María de Prado (la “poetisa emergente de 94 años” citada ayer en el periódico). Muchos menos con el ex de una gran amiga mía, que pasó de banquero a ciclista incansable a lo largo y ancho del mundo.

Pero resulta que todos estos personajes no son tan diferentes entre sí.

Es cierto que no todos dieron con su propósito de vida de la misma manera. Por ejemplo, mientras que Buffalo Bill descubrió su vocación de showman mucho después de que sus leyendas y novelas empezaran a venderse a 10 centavos,  Baunman encaminó desde siempre sus pasos hacia la política, la sociología y la filosofía.

Ni tampoco todos tuvieron claro desde el principio la “forma” en la que querían dar salida a sus pasiones (de hecho, ya ayer hablé de lo difícil que es incluso encontrar las palabras que mejor definan lo que queremos ser y hacer). Por ejemplo, Paul Kalanithi empezó inclinándose por la literatura y la filosofía como su forma de estudiar al hombre y su razón de ser, y acabó optando por la medicina (¿realmente, están tan alejadas la una de la otra?… esa es otra cuestión para otro día). Aunque, y sin desvelar nada del libro, al final la vida, y su propio destino, lo llevaron a su opción inicial.

Pero el común denominador de todos ellos es que nunca dejaron de buscar ese propósito. Y el caso de María Prado (una más de una larga lista de personas que en su vejez han cumplido sus sueños, con mayor o menor éxito) es el más claro de ellos. Tras una vida dedicada a la familia, no fue hasta los 87 años cuando pudo dar rienda suelta a su amor por la poesía, y desde entonces ha sido enormemente prolífica. Probablemente no llegará nunca a ser mundialmente conocida (aunque ya lo es en su barrio y en los hogares de España donde la gente lea “El Mundo”… curioso juego de palabras). Pero ha conseguido hacer lo que siempre quiso hacer.

¿Es demasiado tarde? Yo creo que nunca lo es. Y también creo las cosas ocurren cuando tienen que ocurrir (siempre y cuando no lo dejemos todo al destino, y hayamos puesto algo de nuestra parte). Sólo hay que desearlas, quererlas, sembrar de alguna manera…Y llegará el momento de recoger. Cuando sea. Pero llegará. Y será perfecto.

Timing is everything. Y por timing me refiero, en este caso, a cualquiera en el que sigamos respirando. Es decir, time is everything.

“Tú, que buscas qué vida hay en la muerte, ahora descubres que es aire antes respirado. Nuevos nombres conocidos, viejos nombres olvidados: hasta que el tiempo ponga fin a los cuerpos, no a las almas. ¡Lector!, mientras sigas siendo, transforma el tiempo en pasos hacia tu eternidad” (Fulke Greville).

Dejar un comentario

Escríbenos

Por qué esperar si podemos empezar ya. Escríbenos y te contestaremos tan pronto como sea posible.