Los saboteadores

En el libro “El juego interior del tenis”, W. Timothy Gallwey habla de las malas pasadas que la mente les juega a los deportistas en el terreno de juego. Algo que, en coaching, se denomina “los saboteadores”.

Concretamente, el escritor americano se refiere a obstáculos que los jugadores se ponen a sí mismos, incluyendo el nerviosismo, la falta de concentración, la ausencia de autoconfianza, el exceso de autocrítica, y una vehemencia desmesurada en conseguir el objetivo (ganar). Todos ellos hábitos de la mente que, como he comentado en un post anterior, hemos ido incorporando a golpe de experiencias.

Y la clave, como dice Gallwey, es la inconsciencia consciente. Soltar. Relajarse. Usar las capacidades intuitivas. Como cuando de niños aprendimos a caminar y hablar.

Demostraciones mucho menos científicas que las que hace Gallwey en su libro, son las que vemos en la vida cotidiana. Esos sobre-esfuerzos improductivos por ser simpático o gustar a alguien, las ansias patéticas de brillar en el trabajo que se detectan a la primera de cambio, las conversaciones o discursos forzados y excesivamente preparados, los personajes que nos montamos para impresionar, seducir o simplemente encajar.

Creo que la clave es “abandonarse”; liberarse de las metas, expectativas y de la necesidad de tener y ganar; dejar de aferrarse a las personas, a las cosas, e incluso a los propios deseos. Y simplemente actuar y hacer “for the sake of it”, sin un trofeo ni objetivo en mente, aunque, eso sí, siempre con toda la ilusión del mundo (aquí me ha salido mi faceta de Sor Citroen). La meta es el camino (este quote no tengo ni flores de quién lo dijo).

Esta teoría no es nada determinista, derrotista ni cínica. No implica rendición. Ni frialdad. Nada de eso. Al contrario de lo que pueda parecer (y a mí me ha costado mucho entenderlo, y aún a veces tengo mis dudas), ese desapego hace referencia al distanciamiento del ego. Y aquí hago otro apunte.

En el mundo del coaching (y de la filosofía y la espiritualidad – que sí, que sueno un poco a tongo, pero de hecho hoy estoy muy formal y no voy nada de new age), el ego no se refiere a la acepción a la que estamos acostumbrados (ego: exceso de autoestima, según la R.A.E). Se refiere a ese creador de una realidad paralela y engañosa que nos protege de algo que puede que nunca ocurra. (Como dijo Fernando Pessoa: “hay angustias soñadas más reales que las que la vida nos trae”).
Porque el ego, como apuntan algunos psicólogos, tiene su origen en el miedo al abandono, a la indefensión, al aislamiento y a la separación.

Y es ese ego el que, a través de nuestra mente, nos aleja de quiénes somos y lo que queremos, de lo que REALMENTE importa.

Y al pasar los sentimientos por el filtro de la mente, del ego y del miedo nos cargamos la naturalidad y la espontaneidad (de la que muchos hacemos alarde). Y de paso, muy a menudo, relaciones que etiquetamos, (sin saber muy bien lo que el término implica), como amor.

Escríbenos

Por qué esperar si podemos empezar ya. Escríbenos y te contestaremos tan pronto como sea posible.