La Remontada

“We shall never surrender”.

Winston Churchill.

 

De la misma forma que en el verano de 2010 sólo los esnobs tipo Beatriz se atrevían a decir que no se habían enterado de que “España jugaba la final del mundial esta noche” (te guste el fútbol, te dé igual o lo detestes no había manera de no enterarse de algo así viviendo en España a menos que se fuera un ermitaño sin cobertura), daremos por sabido que cualquier lector de nuestro blog está enterado de las remontadas del Real Madrid en la presente Liga de Campeones.

Sólo para que conste en acta diremos que eliminó al PSG en octavos de final, al Chelsea en cuartos de final y al Manchester City en semifinales. Tres de los clubs más ricos del mundo. Tres de los grandes favoritos al título. En los tres casos, cuando el partido agonizaba el Real Madrid consiguió darle la vuelta a las eliminatorias in extremis.

La prensa tanto nacional como internacional utilizó adjetivos como “mágico”, “inexplicable” o “milagroso” para explicar lo sucedido. En nuestra opinión, no sólo es perfectamente explicable, sino que podemos sacar interesantes conclusiones de estas remontadas históricas.

La primera conclusión, no por obvia, es menos significativa: la importancia de la suerte. Nos decía Garci en la entrevista que le hicimos hace unas semanas que valoraba mucho más la suerte que el talento. Lo mismo que Napoleón, de quien se dice que antes de reclutar a sus generales les preguntaba si se consideraban personas con suerte.

La aceptación de la importancia de la suerte en la vida nos sirve para relativizar: ni cuando tenemos un éxito deberíamos sacar demasiado pecho ni cuando afrontamos un fracaso tenemos por qué fustigarnos más de la cuenta. Una parte más o menos significativa de cualquier proyecto que acometemos depende de la suerte. Aceptarlo con naturalidad contribuye a una cierta paz de espíritu y equilibrio: el never too high, never too low de Ricky Rubio.

La segunda conclusión es que no todo puede ser suerte. Una vez, vale. Dos, también. Pero ¿tres veces seguidas cuando además es una de las señas de identidad del equipo desde siempre? En todo caso, como veremos a continuación, y a diferencia de lo expresado por la mayoría de los analistas, la tercera vez es siempre más sencilla de conseguir que la primera.

Ni el fútbol ni la vida son un tablero de ajedrez donde se pueda tener todo planificado y controlado. La capacidad de sacrificio, de nunca dejar de creer en la victoria, de no venirse abajo mentalmente, de aprovechar cualquier resquicio mientras todavía sea posible son valores que indudablemente contribuyen a este tipo de remontadas. Da igual que hablemos de este caso concreto, de Nadal cuando en la final del Open de Australia perdía dos sets a cero y en el tercero lo hacía por 2-3 y 0-40, o de nuestros proyectos profesionales y personales. No es fácil pero todo se puede trabajar y entrenar.

Dejando de lado la obviedad de que otro ingrediente importante es tener cierta calidad mínima (Nadal suele recordar que además de garra también sabe jugar al tenis), el tercer factor clave es el miedo que se apodera del contrario. Si no es la primera vez que se consigue, eso genera tanta confianza en nosotros como desconfianza en nuestros competidores o adversarios. Volvamos al Real Madrid:

  • Cuando Sergio Ramos marcó el famoso gol en el minuto 93 contra el Atlético de Madrid en Lisboa, lo que consiguió fue empatar el partido. Todavía había que ganarlo.
  • Este año, cuando el Real Madrid marcó el primer gol contra el PSG, aún seguía por debajo en la eliminatoria: de 0-2 a 1-2.
  • Cuando marcó el primer gol contra el Chelsea, sólo consiguió empatar la eliminatoria.
  • Finalmente, cuando marcó el primer gol contra el Manchester City, aún estaba eliminado y sólo quedaban 6 minutos de descuento.
  • En ningún caso los primeros goles eran suficientes. Sin embargo, y esto es lo relevante, se puede comprobar cómo la fe de los jugadores del Madrid alentada por estos primeros goles era directamente proporcional al miedo e incluso bloqueo que se apoderaba de los equipos rivales.

De ahí la importancia de la tradición, de haberlo hecho antes. Lo que sintieron el Atlético, el PSG, el Chelsea o el Manchester City no es muy diferente de lo que debió sentir Medvedev cuando Nadal ganó su primer set y, al igual que el Real Madrid, aun iba por debajo en el partido.

Por eso digo que la tercera remontada no era desde este punto de vista el más difícil todavía sino, quizá de forma contraintuitiva, más sencilla que la primera. Cuantas más veces se remonte de esta manera, más confianza se tendrá en las propias fuerzas y más temor se apoderará del rival.

Por cierto, para mis amigos mal pensados, el hecho de que yo sea aficionado del Real Madrid no tiene nada que ver con esta reflexión. La habría hecho exactamente igual si lo hubiera hecho cualquier equipo.

De hecho, ni siquiera niego que el equipo que mejor jugó durante 179 minutos fue el de Guardiola. Como no niego que estrictamente como jugador de tenis Roger Federer es probablemente mejor que Nadal, pero ¿quién tiene 21 Grand Slams? Todo ello refuerza la idea de que trabajar y entrenar la parte mental es básica a la hora de competir y tratar con esos dos impostores que son el éxito y el fracaso en cualquier actividad de la vida.

Como dijo el gran jugador de béisbol Yogi Berra, it ain’t over till it’s over. Más o menos lo mismo que de forma menos políticamente correcta, pero eran otros tiempos (años 70) apuntó el comentarista deportivo Ralph Carpenter en Estados Unidos: “la ópera no acaba hasta que canta la gorda”. Apliquémonos el cuento.

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