No soy una crítica literaria ni de cine. Aunque me encantan ambas cosas.
Pero el caso es que hoy siento la necesidad de recomendar la película más bonita que he visto en mi vida (y he visto muchas).
La, la land.
Es una de esas películas redondas, a las que no se le puede poner pega alguna. Porque todo, empezando por la historia y los personajes, pasando por la estética/escenografía (tan sutil, tan delicada, tan tierna, tan llena de discretas pistas por todas partes), la coreografía y la música, es perfecto. Bello y conmovedor. En el sentido menos cursi y más auténtico de la palabra.
Pero si por algo la recomiendo es porque es una de esas películas que me ha dejado profundamente “tocada” por sus mensajes, y me ha removido en muchos aspectos.
Que yo llore en una película es algo muy normal (lloré con Terminator y lloro con programas o anuncios bochornosos, si veo algo que me parece mínimamente emotivo). Pero que una película me haga llorar horas y días después de haberla visto, que me deje en silencio y sin palabras (con esa sensación que a veces tengo de estar totalmente sobrepasada por ciertas emociones, que me cuesta ordenar, explicar o describir), y que me resulte tan difícil quitármela de la cabeza, no es tan habitual.
Podría parecer que La La Land “sólo” (y lo entrecomillo precisamente porque ese “sólo” es algo gigantesco) habla de los sueños y el amor (y sus señales), mis dos temas favoritos, como muchos lectores que me sufren a diario saben bien. Pero no. Habla de los sueños y el amor con mayúsculas.
Es una auténtica sesión de coaching de dos horas. Una oda al romanticismo en el sentido más amplio de la palabra. Un canto a la ilusión, a la esperanza, a la valentía, al esfuerzo. Una llamada a ser nosotros mismos hasta el final. Pero además (y yo diría, sobre todo) a ayudar a los que amamos a que ellos también lo sean. Con generosidad, y aunque duela.
Es real como la vida misma, pese a lo que pueda parecer.
Es real esa sensación de estar flotando entre las estrellas cuando estás en los brazos de la persona que amas.
Es real y cierto que la pasión por tu sueño se contagia a los demás. Y que en la lucha por alcanzarlo es clave tener a otro soñador a tu lado, en el que te veas reflejado, y que te recuerde quién eres y lo que vales cuando tú lo olvides.
Es auténtico el miedo al rechazo, al fracaso, cuando estás en el camino de los valientes que se deciden a perseguir sus sueños. Como también lo es el vértigo y las ganas de rendirse cuando estás cerca de la meta.
Es cierta la incomodidad que sentimos cuando no somos fieles a nosotros mismos y nos desviamos de lo que realmente somos y queremos. Como lo es que ese alguien que nos acompaña nos recuerde esa verdad incómoda.
Es absolutamente seguro que existe el amor de verdad, y que una persona puede cambiar tu vida para siempre. Y que, aunque no todos, muchos sueños se hacen realidad.
Pero sobre todo, lo que es una verdad inamovible e indiscutible (y aquí sí me pongo categórica) es que es indispensable que en el mundo existan soñadores a lo grande. Y gente que crea en el amor, y en la fantasía, y en su capacidad para cambiar las cosas, y en el potencial de las personas que le rodean, y en mucho más allá de lo que ve y toca.
Locos y rebeldes con corazones que se rompen…porque se exponen a ese riesgo sin miedo, porque se entregan a lo que aman sin importarles las consecuencias… Esos sobre los que cantaba Mía en su audición (incluyo parte de la letra de esa preciosísima canción, abajo).
Puede que el mundo no funcionara sin la lógica, sin las decisiones con cabeza fría, sin altas dosis de pragmatismo, sin los planes y estrategias de los que ponen orden.
Pero sin pasión y sin poesía, sin románticos incurables, el mundo no sobreviviría. Y todos estaríamos muertos en vida.
“A bit of madness is key to give us to color to see
Who knows where it will lead us?
And that’s why they need us,
So bring on the rebels.
The ripples from pebbles.
The painters, and poets, and plays.
And here’s to the fools who dream
Crazy, as they may seem
Here’s to the hearts that break
Here’s to the mess we make
I trace it all back, to that Her, and the snow, and the sand
Smiling through it
She said She’d do it, Again”