Lo que sorprende, sorprende una vez, pero lo que es admirable lo es más cuanto más se admira (J.Joubert)
Líder: “Persona a la que un grupo sigue, reconociéndola como jefe u orientador.” (R.A.E)
En la historia ha habido todo tipo de líderes. Buenos y malos (si es que esa es una forma muy científica de definirlos). Personas que han sido capaces de mover masas a su antojo, llevándolas a actuar de una manera determinada y convenciéndolas de sus ideas. Hitler y Stalin eran líderes, pero también Gandhi, Jesucristo o Martin Luther King.
Todas personas aparentemente fuertes, y digo aparentemente, porque creo que en el fondo actos como el asesinato de Trotsky o la exterminación de una raza sólo delatan el miedo de esos supuestos líderes. Además, como decía A. Bioy Casares: “Nadie es totalmente fuerte. El mismo lobo tiene momentos de debilidad, en que se pone del lado del cordero, y piensa “ojalá huya”.
El máximo exponencial del líder “malo” es el sectario, que suele atraer a personas frágiles, nada resilientes y con la necesidad de creer en algo o en alguien (en vez de en sí mismos).
Resiliencia: “Capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas.” (R.A.E)
Hace poco leí un artículo que hablaba precisamente de varios líderes de sectas espirituales, y a todos los calificaba como psicópatas (“el psicópata tiene que conseguir lo que desea, sin importar a qué precio” Magid & McKelvey, 1982), autoritarios, mentirosos, egocéntricos, megalómanos y mentirosos. La lista de líderes espirituales me pareció increíblemente larga (y también totalmente desconocida): Shoko Asahra, David Koresh, Baba Maytreya, Mediumnidad, Krishnamurti, Maharishi, Sun Myung Moon, Asho Rajneesh, etc.
El artículo hablaba también de la dependencia psicológica y emocional que este tipo de personajes creaba en sus seguidores, convirtiéndoles en algo así como muñecas de trapo sin criterio ni voluntad propia.
Pero, afortunadamente y como decía más arriba, también hay líderes “buenos”. Y éstos son los que, tal y como define de una forma muy acertada M.A. Puig, “son capaces de crear un mundo al que a las personas les hace ilusión pertenecer”. Y lo hacen, no sólo a través de la palabra, sino también con el ejemplo. Porque son los primeros en tomar la iniciativa para cambiar o mejorar las cosas.
Además, otros libros de coaching hablan de cualidades como empoderar, motivar o “hacer preguntas poderosas”. Es decir que, al contrario de aquéllos líderes que sólo buscan aniquilar al individuo y hacerlo parte de una masa moldeable y manipulable (como en la película “La Ola”), los “buenos” favorecen la diversidad dentro del grupo, y fomentan la individualidad de las personas que les siguen, haciéndolas plantearse nuevos retos y confiar en sí mismos.
En cualquier caso, tanto “buenos” como “malos” tienen algo en común: una personalidad carismática.
Carisma: “Especial capacidad de algunas personas para atraer o fascinar.” (R.A.E)
Max Weber definía carisma como: “cualidad excepcional en un individuo quien, aparentando poseer poderes sobrenaturales, providenciales o extraordinarios, tiene éxito en congregar discípulos a su alrededor”.
Sin embargo, algo en la definición de Weber me chirría un poco, y me huele a peyorativo. Porque Weber hablaba, además, de palabras como manipulación, estrategia, plan, etc. Es decir, de alguna manera, Weber definía a los líderes como individuos nada espontáneos para los que la vida no es más que una partida de ajedrez. Con movimientos muy estudiados para conseguir una meta concreta.
Yo no estoy de acuerdo con eso. Yo creo que hay líderes “buenos” que lo son sin quererlo, sin planearlo. Porque, simplemente, tienen un don que exhiben involuntariamente, de forma natural, como el color de sus ojos, o de su pelo. De hecho, el término carisma tiene una acepción religiosa que la R.A.E también incluye en su diccionario.
Carisma:“Don gratuito que Dios concede a algunas personas en beneficio de la comunidad”. (R.A.E)
Y esos son los que yo realmente admiro. Porque, aunque objetivamente positivas, ni el poder, ni la capacidad de influencia sobre los demás, ni el don de la palabra, ni la fuerza, ni la mente analítica o la capacidad de visión global e interconectada son cualidades que yo considere únicas, ni extraordinarias.
No. Lo realmente extraordinario y admirable de ese líder en concreto del que yo hablo, es que lo es sin pretenderlo, y utiliza su “magic touch” para sacar la mejor versión de las personas que tiene a su alrededor. De forma altruista. De todo corazón. De verdad.
Tú haces que quiera ser mejor persona (Melvin, “Mejor imposible”).
“Te quiero, no por quién eres, sino por quién soy yo cuando estoy contigo.” (no está claro de quién es esta cita, ¿Machado? ¿García Márquez? ¿Algún hortera de Internet?)