El padre de Beatriz

“Siempre contigo, al 100%”.

Manuel Serrano Ríos

Si traigo a este blog al padre de Beatriz, que acaba de fallecer hace dos días, no es ni para hacer un obituario ni una hagiografía.

De la parte profesional, lo único que puedo decir es que quien esté interesado en comprobar el calibre profesional del profesor Serrano Ríos no tiene más que teclear su nombre en Google. De la personal, es cierto que tradicionalmente todo son alabanzas cuando nos morimos. En este caso concreto yo sólo puedo responder de mi experiencia personal. Y esa experiencia habla con hechos objetivos e incuestionables de una persona realmente bondadosa. Como pequeño botón de muestra, las incontables veces en las que ayudó a distintos miembros de mi familia en cuestiones médicas de forma totalmente desinteresada.

No. No estoy aquí ahora para hablar del tremendo afecto que le tenía, de las largas conversaciones con él sobre su infancia, sobre pintura, sobre literatura, sobre lo humano y lo divino. Para mí fue un auténtico privilegio que nunca olvidaré.

Hemos hablado en innumerables ocasiones de la importancia del feed-back positivo. De no centrarse sólo en los “aspectos a mejorar”. De decirle a un compañero, a un colaborador e incluso a un jefe (aunque aquí hay que ser muy fino para no caer en el peloteo) lo buen profesional que es, lo bien que trabaja, el gran valor añadido que aporta.

Cuando hablo de la importancia de la motivación positiva me refiero al impacto que puede generar en la cuenta de resultados. La diferencia entre enseñarle a alguien a recolectar madera y luego asignarle un trabajo específico para construir un barco o enseñarle a anhelar la inmensidad infinita del mar (Saint-Exupery) puede traducirse en millones de euros.

En mi opinión, esta actitud, como tantas en el coaching, se puede llevar también al ámbito personal. Por distintas razones, es habitual encontrar a muchas personas a las que les cuesta resaltar las virtudes incluso de las personas que más quieren.

Y si hablamos de problemas de comunicación, las relaciones entre padres e hijos son un clásico entre los clásicos. Dicen que los padres se pasan la vida esperando que sus hijos les den las gracias mientras que los hijos se pasan la vida esperando que los padres les pidan perdón.

A la gente que no conozca la canción de Mike & the Mechanics que pongo al final de este post, le recomiendo que la escuche con atención. Al final, Paul Carrack lamenta profundamente no haberle dicho todo lo bueno que pensaba de él a su padre, así como no haber estado con él la mañana que murió.

A mí por suerte eso no me pasó. Cuando mi padre murió hace muchos años ya lo hizo habiendo escuchado un millón de veces lo importante e increíble que era para mí. Al dolor tremendo de la muerte de un padre no se añadió el vacío de por vida de no haberle dicho todas las cosas buenas cuando aún estábamos a tiempo.

Recuerdo haber hablado con Beatriz de esto y ella, además de decírselo en persona todas las semanas, le escribió y dio este texto en 2016, cuando su padre estaba todavía en perfectas condiciones.

Disfruten de esta maravilla. Seguro que Manuel también lo hará una vez más allá donde esté.

Lo que nadie sabe de mi padre

Mucha gente sabe que mi padre es un hombre inteligentísimo y un gran profesional.

Mucha gente sabe que mi padre es un gran profesor y un gran orador, que transmite conocimientos de forma clara, precisa y siempre con un hilo conductor.

Mucha gente sabe que mi padre tiene una memoria fuera de lo común, una cultura vastísima, y un cerebro ordenado capaz de interrelacionar ideas y traducirlos en una “cosmovisión del mundo”.

Mucha gente sabe que mi padre es un hombre templado, equilibrado, ecuánime, que jamás pierde la compostura ni los nervios, ni siquiera en los momentos más extremos.

Mucha gente sabe que mi padre, en parte por su profesión, tiene un don para escuchar, para transmitir paz, seguridad, calma y confianza.

Mucha gente sabe que mi padre jamás juzga a nadie, que no se identifica con grupos ni ideologías religiosas o políticas, que es un libre pensador y una persona muy individualista.

Poca gente sabe que mi padre, que es un “gran tímido”, ha luchado desde siempre contra su naturaleza, y se ha puesto en situaciones límite, hasta convertirse en un magnífico conferenciante.

Poca gente sabe que mi padre, con 80 años, ha vuelto a la universidad para seguir estudiando cosas nuevas y “no quedarse atrás”.

Poca gente sabe que mi padre es un gran pintor y un gran poeta.

Poca gente sabe que mi padre tiene una enorme imaginación y cuenta unas historias maravillosas a los niños.

Poca gente sabe que mi padre es un enamorado del flamenco y llora con Camarón.

Poca gente sabe que mi padre, rodeado siempre de personajes “pomposos e ilustres”, es con el jardinero con quien tiene las conversaciones más amenas, acompañadas de café con galletas.

Poca gente sabe que mi padre ha salvado muchas vidas más allá de su profesión. Que se para cada día a hablar con los mendigos que encuentra, les invita a comer, les escucha, les ayuda en lo que puede, hasta en buscarles trabajo. Se conoce todos sus nombres y ellos le conocen a él.

Poca gente sabe que mi padre es un gran hijo, que recuerda a su padre a diario, y habla de él con auténtica devoción. Porque su padre tenía las cualidades que él más admira en las personas: bondad, valentía y pasión. Cualidades que, por otra parte, le causaron no pocos problemas en su vida.

Poca gente sabe que mi padre es un gran padre, que no se separó de su hijo, ni cuando ya estaba muerto y lo acompañó, cojeando, solo, anciano y derrotado hasta la morgue. Sin derramar una sola lágrima, con la serenidad que lo caracteriza, y con la responsabilidad del que toda su vida ha estado al servicio de los demás.

Lo que nadie sabe de mi padre es que arrastra consigo un tremendo sentimiento de culpa por la muerte de mi hermano, e incluso por su vida.  Muy pocos saben que le escribe a diario, le piensa a diario, le llora a diario.

Lo que nadie sabe de mi padre es que, aun a pesar de su maravilloso humor negro que tanto me hace reír, tiene miedo a la muerte. Y no por las dudas respecto al más allá (muchos le han tachado de ateo, pero él es sólo un hombre inteligente que lo cuestiona todo, pero que saca su esperanza de los momentos, los lugares, las personas y las cosas bellas), sino porque es un enamorado de la vida, y cree firmemente que aún tiene mucho que hacer y aprender.

Lo que nadie sabe de mi padre es que, a menudo, se siente solo, frágil y vulnerable.

Lo que nadie sabe de mi padre es que es un hombre tiernísimo y con una enorme necesidad de afecto que, sin embargo, no sabe cómo expresar.

Lo que nadie sabe de mi padre, y puede que ni siquiera él mismo, es que ha tenido (y tiene) un impacto increíble en mi vida. Porque mucho más allá del maestro, el doctor, la excelencia y todo eso, yo siempre he visto a un verdadero ser humano, auténtico y genuino, que se ha enfrentado a innumerables temores, dudas, problemas y dramas en silencio y en soledad.

Comments
  • Marisol Celdran
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    Un gran recuerdo de un hombre unico tambien como amigo , alguie que hasido importante en nuestra vida. Esta en la Etenidad Gloriosa , en la que creia.
    Un escrito de gran belleza y sensibilidad.

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