Dos caminos divergían en un bosque…

En posts pasados hemos hablado de temas tan importantes (por lo ciertos, nos gusten o no), como la política o la imagen.

Pero también hemos hablado, desde el primer post de esta web, de la importancia de los valores, personales e intransferibles.

Los valores son la piedra angular del coaching (el primer paso que se da en un proceso de coaching es la identificación de los valores, la meta-visión y el propósito del cliente). Pero, ante todo, son nuestra carta de presentación. Nuestro ADN. Lo que nos define y lo único que realmente nadie nos puede arrebatar.

El coraje y la integridad son dos de los valores que hemos destacado en nuestras sesiones de coaching de liderazgo. En todas ellas, además, mostrábamos dos claros ejemplos de líderes valientes e íntegros.

Uno, Cyrano de Bergerac (en un post anterior Roberto subrayó el famoso “…Ne pas monter bien haut, peut-être, mais tout seul!”).

Otro, Charlie, el personaje de Scent of a woman, que tan magníficamente ensalza Al Pacino en su defensa final ante el tribunal escolar (“He won’t sell anybody out to buy his future!! And that, my friends, is called integrity! That’s called courage! Now that’s the stuff leaders should be made of”).

Hoy me gustaría volver a traer al blog a estos personajes y sus dos grandes valores.

Porque, como en los casos de esas historias de ficción, en nuestra vida profesional nos encontramos a menudo en encrucijadas, en disyuntivas, en cruces de caminos que nos obligan a elegir.

A elegir entre bajar la cabeza, callar, admitir injusticias y mirar para otro lado con el objeto de evitar la polémica y, sobre todo, de no poner en riesgo nuestros objetivos profesionales (promociones, subidas de sueldo, bonus, etc.). Elegir jugar a la política, al pragmatismo y a mantener cierta imagen.

O bien optar por ser valientes, respetarnos a nosotros mismos por encima de todo y defender lo que es justo, a costa incluso de dichos objetivos (o hasta de nuestro puesto de trabajo).

En esa tesitura se encontró recientemente P., un cliente al que su jefe directo calificó muy negativamente en su última evaluación. De manera infundada (las evaluaciones de otras personas en el mismo año y sus calificaciones históricas eran objetivamente excelentes) y en lo que claramente (y conociendo el contexto de la relación entre los dos) parecía una vendetta personal.

Aunque la media total de la evaluación de P. era finalmente buena (a pesar de las calificaciones de su responsable), y en cualquier caso suficiente para obtener la promoción al puesto que le habían prometido en varias ocasiones, P. no estaba contento. Se sentía injustamente tratado y se preguntaba si realmente debía dejarlo pasar sin al menos escalarlo y dejar constancia de la situación.

Tras una sesión intensa de coaching de plenitud y equilibrio (con esa pregunta de “¿quién quieres ser?” flotando en el aire), P. encontró su respuesta dura pero sencilla: le importaba mucho más ser coherente consigo mismo, con el ejemplo que trataba de dar a sus colaboradores y, sobre todo, a sus hijos, que una promoción o un trabajo más o menos (todo esto sin ser millonario y siendo el principal provider de su familia).

“Quiero que mis hijos aprendan que en la vida hay que ser valiente y defender las cosas en las que crees y denunciar aquellas que son injustas. Y que la dignidad no tiene precio”. Esas fueron las palabras de este mini Cyrano de Madrid.

Y así, finalmente, P. dio un paso adelante. Escaló la situación a las más altas esferas de su empresa. Sin arrebatos, sin escenas, sin avivar el conflicto. Al contrario, con un aire de idealismo y orientando su mensaje a la necesidad de contribuir a hacer de su empresa un lugar mejor para trabajar.

El resultado de su acción aún no lo conocemos (tendremos que esperar al próximo post).

En un mundo ideal, un gesto así debería ser reconocido y P. puesto de ejemplo como baluarte de la cultura corporativa, e incluso promocionado a un puesto mejor del que esperaba. En ese mismo mundo perfecto, su jefe debería ser como poco amonestado, e idealmente expulsado de su puesto y de su empresa por su falta de profesionalidad e incluso de madurez.

Pero en el mundo real, no descarto (ni P. tampoco) que su gesto se traduzca en un despido (al que ya tiene muchas papeletas debido a la calificación de su jefe) o, como poco, en un cambio de departamento con una salida muy complicada del actual.

Pero eso P. ya lo sabía cuando decidió “tomar el camino menos transitado”, asumiendo con tranquilidad (y con la confianza y serenidad del que sabe que está haciendo lo correcto) las posibles consecuencias. De momento, y una vez que ha hecho saber su verdad, P. se da por satisfecho.

Puede que gestos de este estilo no cambien las cosas, por su insignificancia en términos relativos. Pero aun así es importante que los hagamos, pues a pequeña escala y en términos absolutos tendrán repercusión (el ejemplo a sus allegados, del que P. hablaba). Y, sobre todo, porque sólo estando alineados con nuestros valores, principios y propósito vital, sólo siendo fieles a nosotros mismos, podemos realmente vivir en plenitud y ser auténticos líderes.

Continuará…

Comments
  • Valeria
    Responder

    Revisar una evaluación, y hablar de las diferencias de criterio entre lideres y reportes directos…o mejor dicho, managers y reportes directos ( es que creo que no todo manager es líder… manager es aquel que como parte de su rol debe valorar el trabajo de otros…se puede ser las dos, manager y lider, pero no todo manager es necesariamente lider…) no debería ser motivo de miedo, duda, riesgo…y creer que es el acabose! Ningún líder, integro y valiente debería temer a un intercambio de criterios y una aceptación de revisión y cambio de valoración. Es parte de la construcción de las relaciones. Solo con el intercambio y el esfuerzo ( si el esfuerzo porque no es fácil dialogar y acordar…) de llegar a un común acuerdo se demuestra liderazgo. Nada mas fuerte que el mostrarse disponible, abierto y dispuesto a aprender. El liderazgo es visible en la calidad de las interacciones y la capacidad de generar relaciones productivas…. que será de P por mostrar su liderazgo?

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