La mente, como leí ayer en un libro de M. A. Puig, es el software del cerebro, nuestro ordenador. Y, como tenga un virus, puede echar a perder toda la máquina. Es decir, que cada pensamiento negativo que generamos en nuestra mente tiene un impacto significativo en nuestras neuronas, en nuestro cerebro, tanto mayor cuanto más se extienda en el tiempo ese tipo de pensamiento y las emociones que genera.
Pero lo más importante de todo esto, y el gran descubrimiento que he hecho, es que la mente la podemos controlar, dirigir, para “esculpir nuestro cerebro” (Ramón y Cajal) pero, sobre todo, para ser mucho más felices.
Esto, que parece sencillo, a mí no sólo me parece increíblemente revelador, sino también muy difícil de poner en práctica. Porque resulta que no somos lo que pensamos (la mente genera pensamientos a partir de enseñanzas y experiencias vividas que han desencadenado ciertas reacciones, miedos y comportamientos automáticos), sino lo que sentimos. Es decir que, podríamos modificar la famosa frase de Descartes desde el “pienso, luego existo”, hasta el “siento, luego existo”.
Y en esto, de pronto, sólo oigo voces unánimes. Tanto científicos, como psicólogos, coaches y estrategas coinciden en que con tanto pensar nos alejamos de quienes realmente somos. Y esto no implica que haya que rebanarse el hipotálamo, no.
Sólo que la vida sería probablemente mucho más sencilla si la encaráramos desde los sentimientos, la intuición y el sexto sentido, y no sólo desde una supuesta racionalidad, pragmatismo o sensatez, que son términos que muchas veces sólo enmascaran a otros como el miedo y la verguenza.
A la vez, debemos tener la paz espiritual y la serenidad suficiente para saber quiénes somos realmente (“conectar con tu ser”), y desde ahí actuar con la certeza de que estamos siendo coherentes y auténticos.
Y en toda esta teoría existen un montón de términos interesantes, como el ser, la aceptación, el desapego, el soltar, fluir, estar presente, etc. que espero poder ir tratando en profundidad en próximos artículos. Porque con ellos, tal vez empecemos a considerar el movernos por la vida evitando prejuicios, ideas rígidas y preconcebidas, y patrones de comportamiento derivados de malos momentos pasados.
Así que, tal vez haya que empezar a mirar otras opciones, a considerar otras alternativas, a buscar respuestas en un lugar diferente al que generó el problema. Como dijo Albert Einstein.